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Los agricultores hablan: ¿Cómo están viviendo este escenario inédito en el sector?

Recolección, pesca, caza. Los primeros hombres y mujeres fueron nómadas, ligados a la suerte de encontrar o no alimento. Y fue una aparente sencilla iniciativa la que cambió el rumbo de las incipientes civilizaciones para siempre. La agricultura llevó al asentamiento y crecimiento de las dispersas poblaciones, dando origen a otras actividades que fundamentaron los pilares de la humanidad: ganadería, comercio, cultura, historia.

Hoy, con cerca de 8 mil millones de personas en el mundo, la agricultura ha pasado a concebirse como una industria más en aras de garantizar la seguridad alimentaria. Sin embargo, ¿debemos tratar a un sector que depende directamente del suelo y el clima como si de una factoría se tratase?

Sólo hay que echar un vistazo a la actualidad del sector para observar que la agricultura se encuentra en un momento crítico. Bajas producciones, graves sequías, precios nunca vistos que no repercuten en los agricultores y un futuro cada vez más incierto amenazan la estabilidad de esta actividad. Consecuencias directamente relacionadas con el cambio climático y el abuso de manejos agrícolas que, bajo un carácter meramente productivista, han desligado al sector de su mejor aliada: la naturaleza.

Los cultivos, sean del tipo que sean, se desarrollan y dependen de un agrosistema donde la interconexión con los elementos naturales, flora y fauna, esté en equilibrio. De hecho, Olivares Vivos ha demostrado que la biodiversidad y las soluciones basadas en la naturaleza mejoran la resiliencia de los olivares, no afectan a la productividad y aumentan su rentabilidad. Un modelo de agricultura, con el que ya trabajan 38 fincas y 17 socios de 3 cooperativas oleícolas, que ha comprobado que trabajar a favor de la naturaleza es mucho más rentable que hacerlo en contra. Y, aún más, en escenarios tan adversos como los actuales.

Por ello, en días como este, en el que se conmemora el Día Mundial de la Agricultura, Olivares Vivos ha querido contar con los principales protagonistas de la efeméride para conocer cómo están viviendo ellos este contexto inédito en el sector del olivar y el aceite de oliva. En esta ocasión, serán Rafael Alonso, gerente de la marca Oro del Desierto (Tabernas, Almería), y Juan Miguel Retamar, de Aceites Retamar (Guareña, Badajoz), los que podrán la voz al campo.

 

 

El olivar frente al cambio climático

Coincidiendo con el punto caliente de biodiversidad más importante de Europa, el cultivo del olivar es esencial en la protección y recuperación de la flora y la fauna mediterránea. Y no sólo eso. Las particularidades de este árbol lo convierten en un excelente aliado en la lucha contra la crisis climáticas, ya sea por su capacidad de retención de CO2 actuando como sumidero de carbono o por formar un agrosistema que, con el correcto manejo, contribuye al equilibrio de la naturaleza. Sin embargo, a pesar de este potencial y de su resistencia frente a las altas temperaturas y climas secos, el olivar está sufriendo cada vez más las consecuencias del cambio climático.

En este punto, el gerente de Oro del Desierto cree probable que el cambio climático vaya más rápido que la capacidad de la adaptación de la agricultura, sobre todo porque «no en todas las zonas se dispone de agua, que es un recurso indispensable, así como un buen uso del mismo, para adaptarse a este cambio»; por ello opina que sólo los agricultores que encuentren soluciones a nivel de producción y de valorización de su producto «podrán aguantar, el resto lo tiene muy complicado».

En Aceites Retamar, Juan Miguel tiene un punto de vista muy similar en lo que respecta al uso de los recursos naturales. De hecho, subraya que la agricultura requiere del cuidado del medio en el que se produce y esto conlleva a «una gestión responsable de los recursos naturales, lo que requiere una adaptación continuada a la realidad que nos toca vivir». Y, sin embargo, discrepa en cuanto a la capacidad adaptativa del sector ante el cambio climático, pues, según comenta, no cree que por rápida que sea su evolución vaya a «cogerle la delantera» a la adaptación de la agricultura. «Conozco muchas explotaciones que han ido adaptándose exitosamente, desde una planificación y gestión responsable», apostilla.

 

 

La sequía, el irregular régimen de precipitaciones y el aumento de las temperaturas

Antes, era un tema recurrente en los meses de verano. Ahora, la sequía, la inestabilidad de las lluvias y el aumento de las temperaturas copan los telediarios durante casi todo el año. Y no es para menos. Los cambios que está experimentando el clima están poniendo en riesgo a la agricultura en todos los niveles. Por lo tanto, extrapolando y citando a uno de los grandes naturalistas de la historia, «no es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio». Así lo demuestran estos dos olivareros que apuestas por la innovación y las soluciones basadas en la naturaleza para enfrentarse a la esta nueva realidad climática.

«En nuestra finca llevamos más de 27 años trabajando con riego deficitario y de precisión, pero cada vez vemos más episodios de lluvia copiosa y concentrada en poco tiempo. Aquí jugamos con esas variables y un software inteligente para diseñar estrategias lo más eficientes posibles de ahorro de agua que ayude, al menos, tener una producción razonable. Además, trabajamos el manejo de cubiertas en nuestras fincas desde hace años», explica Rafael. Sobre la cubierta herbácea detalla que la mantienen durante otoño e invierno; cuando llega la primavera, desbrozan una parte para evitar que ésta compita con el olivo y, en verano, combinan el desbroce mecánico y con la siega a diente por caballos en las partes restantes de la explotación. «Mantener cubiertas, como todo manejo agrícola, tiene a nivel productivo pros y contras, con lo que un manejo de las mismas adecuado permite aprovechar sus ventajas y tratar de evitar inconvenientes», indica.

En Aceites Retamar, por su parte, se organizan en dos grandes conjuntos de acciones para mejorar la productividad y, a su vez, mitigar la actual situación climática. Sobre esto, Juan Miguel cuenta: «Centramos los cuidados de la planta para ayudarla a hacer una mejor gestión de los recursos naturales. Uno de estos trabajos es el corte para minimizar el daño que se le hace al árbol y ayudarlo a hacer una mejor gestión de su energía. De igual forma, ponemos todo nuestro esfuerzo en la nutrición, apostando por abonos orgánicos que beneficien a la regeneración del suelo. Y por otra parte, trabajamos para evitar el deterioro medioambiental, recuperar la biodiversidad y frenar la desertización de suelos. Nuestras acciones aquí se enmarcan también dentro del proyecto LIFE Olivares Vivos +, en el que participamos como finca experimental. Estas acciones resultan en su mayoría transversales, ya que toda la regeneración de los suelos y de la flora y la fauna que vayamos consiguiendo tendrá su impacto directo en mejorar los recursos naturales para el olivo».

 

 

El diseño de la nueva PAC: ¿Más compromiso con el medio ambiente?

La Política Agraria Común (PAC) ha sido, desde su creación, la herramienta de apoyo al sector primario de la Unión Europea. En sus inicios, los años 60, sus ayudas se centraron, principalmente, en mejorar la productividad agrícola para asegurar un suministro estable de alimentos asequibles. Sin embargo, y sin perder de vista la seguridad alimentaria, Europa no puede ignorar la necesidad de apostar por modelos agronómicos en los que la biodiversidad y el medio ambiente sean un eje principal. En este sentido, nuestros agricultores, observan un avance importante en el compromiso con el medio ambiente de la nueva PAC.

Rafael cree que la PAC está encaminada hacia la promoción de prácticas más sostenibles con el medio ambiente, aunque le preocupa que el cambio en otros sectores pueda ser más complejo. «El olivar tiene grandes oportunidades de adaptarse muy bien a esta política y aprovecharse de los ecoregímenes para obtener ayudas complementarias y, además, que las propias prácticas sean beneficiosas para la explotación», matiza. Además, ve en los ecoregímenes una punta de lanza para que otros olivicultores comiencen a transformar sus explotaciones hacia modelos más sostenibles, ya que, motivados por las ayudas europeas «probablemente, muchos olivareros estén aplicando por primera vez estas medidas para la PAC actual y se den cuenta de los beneficios».

En esta misma línea se mueve Juan Miguel, para quien, sin lugar a dudas, la intención del nuevo modelo de la PAC es incentivar y fomentar las prácticas sostenibles y de protección a la biodiversidad y se explica así: «Creo que esta evolución necesita de un adecuado sostén institucional y regulatorio, y la PAC es una herramienta perfecta. Entiendo que aterrizar las propuestas dentro de una norma tan compleja y variada como la PAC no es fácil y que ésta requerirá de sucesivas adaptaciones para ir haciéndola más efectiva dentro el propósito que persigue. De igual forma, en lo que se refiere a los ecoregímenes, creo muy acertado adoptar un modelo de distintos y diferentes esquemas, de forma que dote a esta iniciativa de una mayor flexibilidad y capaz de adaptarse a las distintas realidades que necesita atender». Esta nueva PAC, que para este agricultor abre un nuevo camino hacia unas prácticas agrícolas más sostenibles y comprometidas con la biodiversidad, necesita por tanto seguir evolucionando. «De esta primera publicación surgen cantidad de propuestas que deben ser tenidas en cuenta para hacer la medida más efectiva. Creo que hacia eso debe evolucionar. Desde este primer buen paso que supone, hacia algo que dé respuesta a todas las realidades y, siempre, hacia una mayor protección de nuestro medio».

 

 

Cambio climático y mercado, las implicaciones en el aceite de oliva

Los largos brazos del cambio climático llegan mucho más lejos de lo que, en un primer y liviano pensamiento, podría llegar a concebirse. Sus consecuencias están afectando al mercado, tanto en disponibilidad de alimentos como en tendencias de precios nunca antes vistas. Y el aceite de oliva es el claro reflejo. Por encima de los 8 euros el kilo se situaba el virgen extra la pasada semana; mientras que, el año pasado, se vendía por casi la mitad. Y no fue hace mucho que se alcanzó la peor cifra de precios del virgen extra de la última década, sólo hay que enfocar la vista un poco más en el horizonte: agosto de 2020, a 1’8 euros el kilo. ¿Qué ha pasado en estos tres años?

«Los costes han subido mucho en las materias primas, gasóleo, fertilizantes, etc… Esto afecta de manera directa al olivar y, por lo tanto, el coste es mayor que hace unos años, más aún en escenarios de producción baja. Creo que los precios pueden volver por debajo de 3€, seguramente, porque si se combina el deterioro de la oferta con una buena cosecha, puede volver a cambiar el mercado; igual que ahora el precio es excesivamente alto», razona Rafael, a la vez que añade: «En nuestra almazara también producimos aceite eco de explotaciones a las que adquirimos la aceituna para nuestra segunda marca. Hacer esto, ahora mismo, al precio que hay, es muy costoso. Además, si nos aprovisionamos de producto (visto año completo) podría pasar que, si la otoñada y primavera son lluviosas y favorables, el precio caiga, generando para el sector industrial pérdidas económicas muy elevadas y vendiendo por debajo el precio de adquisición… Realmente, es una situación muy compleja, así que tendremos que adaptarnos, ser eficientes y cautos, y no olvidar que el consumidor también forma parte de la cadena».

Con los ojos también puestos en el cielo, Juan Miguel cree que mientras no se recuperen los niveles de agua de lluvia y ciclos climáticos históricos, nos enfrentaremos a reducciones de cosechas y escenarios de precios altos. «Creo que la situación se normalizará, no veo otra opción, acabará habiendo un adecuado ajuste de la oferta con la demanda que permitirá una mayor estabilidad. Pero no creo que volvamos en el corto plazo a ver precios por debajo de los 3 euros, algo que hace apenas tres años sí veíamos. La actual escalada de precios encuentra su base ante las previsiones de cosecha y demanda. A medida que arranque la campaña, se irá despejando esa incógnita y, en mi opinión, veremos que los precios se sostienen o que pueden caer. Pero siempre lejos de los 3-4 euros que hemos conocido», argumenta. El gerente de Aceites Retamar tiene claro que, para poner un punto de inflexión  es necesario hacer una gestión de los recursos naturales y una adaptación al ciclo climático actual adecuadas y sentencia: «La situación actual contrasta mucho con las bajísimas cotizaciones de años anteriores, que han ocasionado para el agricultor una situación de ahogamiento, al ver el precio de sus cosechas por el suelo. Creo que habría que reflexionar sobre las razones por las que se le ha estado quitando valor al aceite y a la aceituna durante años. Esta caída de valor tuvo como consecuencia la paulatina pérdida de relevancia del olivar tradicional y de su abandono. Consecuencias que a día de hoy debemos afrontar».

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Es el socio coordinador del LIFE Olivares Vivos+.